sábado, 21 de octubre de 2006

Luna amarga (Pascal Bruckner)

- 132 -

¿Que es una pareja? La renuncia a la existencia a cambio de la seguridad, el rostro sin atractivo del amor legítimo. Ese espacio cerrado que trivializa a los seres menos dotados para lo trivial, entorpece a los más mercuriales. Veía a mi alrededor individuos que se zambullían en la mediocridad, envejecían resignándose, abandonaban uno a uno los impulsos de su juventud, cambiándolos por las marismas del funcionariado conyugal. Veía hombres audaces, mujeres libres a quienes la vida en pareja había desmovilizado, quitado encanto, a quienes la cohabitación había mellado. Odiaba el mimetismo de los concubinos, su facilidad para adoptar los defectos del cónyuge, su viscosa complicidad e, incluso, su traición que les une más todavía. No había uno sólo de mis amigos que escapara de esta cursilería, que no fuera el escandaloso ejemplo de mi condición. No podía eludir la seguridad de que la verdadera vida está en otra parte, lejos de los míseros expedientes de la pareja y las virtuosas estupideces del amor loco (que de hecho es la cima de la tibieza, porque pretende hacernos perpetuamente soportable la compañía de la misma persona). Pensar que debería soportar esa fláccida relación en las interminables tinieblas de una existencia echada a perder, me ponía los pelos de punta. Quería abandonar a Rebecca como una serpiente: dejando entre sus manos un despojo que ya no era yo, un Franz que había mudado de piel, entregándole una apariencia en la que ya no habitaba. Rebecca se desolaba ante mis intenciones, sintiéndome siempre más dispuesto a amar a cualquiera que a ella. Por aquel entonces, toda mujer me parecía preferible por el mero hecho de ser otra. Algunas noches, mientras me pudría en el calabozo conyugal...

- 139 -

¿Hay peor herida que advertir que el fuego de una pasión se retira de ti como el mar se retira de la playa cuando baja la marea?

- 140 -

...Veía la mirada de Rebecca implorando en silencio, solicitándome unas explicaciones racionales que yo no tenía. Mi deseo de ruptura era tan arbitrario como mi flechazo de hacía dos años. - Pero dime qué te he hecho, si te he enojado, si te he herido... -¿Que me has hecho? Nada: Sencillamente, cometes el error de existir.

2 comentarios:

San Escrin dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
San Escrin dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.